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Raúl Vacas: "No es fácil acceder al mercado editorial. Mis primeros libros los publiqué por hab


Raúl Vacas Polo es un escritor y poeta nacido en Salamanca. Es licenciado en Ciencias de la Información y diplomado en Educación Social. Pertenece al grupo de fin de milenio y ha colaborado con diferentes medios de comunicación y revistas literarias. Coordina e imparte talleres de escritura creativa con Bibliotecas e Institutos. Ha publicado poemas en diversas revistas como «Atril», «Álamo», «Petriña» y «El Cobaya».


Imagen cedida por Raúl Vacas

 

E: ¿Cuándo comenzó a escribir?

Comencé a escribir en el Instituto Fernando de Rojas, de Salamanca, donde estudié. Alternaba poemas de amor con letras para una amigo que tocaba la guitarra en varios grupos. Así es como fui aficionándome a las palabras. También me ayudó la obtención de un premio con uno de mis poemas. Gracias

a él compré mis primeros libros de poesía por decisión propia. Mi primera publicación tardó en salir a la calle. También fue gracias a otro premio. A partir de entonces comencé a tomarme la poesía mucho más en serio. Pasó de ser una afición a ser una necesidad. Gracias a mi carrera de periodismo tuve la oportunidad de entrevistar a Gonzalo Rojas, Claudio Rodríguez, José Hierro y a muchos otros escritores notables. Eso confirmó mi deseo de ser escritor y de parecerme a ellos.


E: ¿En qué momento dejo su vida profesional para dedicarse a la poesía?

Dejé a un lado el periodismo y la educación social, materias en las que me formé, para entregarme a la animación a la lectura y la escritura, y mucho más en concreto, al trabajo con la poesía. Fue una vez que me di a conocer en el ámbito académico, tras la publicación de dos libros de poemas que ahora leen en muchos colegios e institutos, Consumir preferentemente y Esto y ESO. Ahora mi vida profesional gira en torno a la poesía, la lectura y la escritura.


E: ¿Tiene pensado publicar más libros?

A día de hoy únicamente he publicado libros de poesía o de artículos periodísticos aunque también escribo microrrelatos. Ahora tengo entre manos una novela juvenil sobre la muerte y varios proyectos relacionados con poesía para niños y jóvenes: un libro de poemas titulado Alimentando lluvias y otro Modo avión. Cada libro, en mi caso, representa una búsqueda personal diferente. Un modo de probarme, de trabajar con las palabras.


E: ¿Qué dificultades tuvo a la hora de publicar? ¿Cómo se decidió a intentarlo?

No es fácil acceder al mercado editorial. Mis primeros libros los publiqué por haber sido premiados en varios concursos. Mi acercamiento al público infantil y juvenil fue de la mano de la editorial Anaya donde participé en una antología poética titulada “Efectos secundarios”. Los poemas que incluí en dicha publicación gustaron al editor y me invitó a enviarles un libro propio. Gracias a Samuel Alonso, que por entonces trabajaba en la editorial, el poemario “Consumir preferentemente” vio la luz. Tras él llegaron otros.

Pero el hecho de haber publicado con editoriales importantes no garantiza que todo lo escrito sea publicable o encaje en sus intereses. No es la primera vez, ni será la última, que me rechazan algún manuscrito. Publicar poesía siempre es un riesgo y no siempre se atiende a cuestiones de calidad sino de rentabilidad.


E: ¿Qué poetas le han inspirado? ¿Qué diría que han aportado su estilo?

Afortunadamente muchos, pero no sólo poetas al uso, también cantautores o novelistas. Le debo mucho en mis inicios a Joaquín Sabina y Silvio Rodríguez. Pero también a Rober, de Extremoduro, y muchos otros músicos.

Me siento muy influido por la literatura hispanoamericana: Neruda, Huidobro, Girondo, Pizarnik… De cada uno he procurado aprehender, con hache, lo mejor. Pero quizá quiénes más han influido en mi poesía son aquellos escritores a los que tuve la oportunidad de conocer como Mario Benedetti, Gonzalo Rojas, Gastón Baquero, José Hierro o Claudio Rodríguez. Ellos no sólo me transmitieron su poesía sino la forma de entender la vida, dentro y fuera del poema.

Imagen cedida por Raúl Vacas


E: Ahora se ven muchos microrrelatos y poetas potenciales en las redes sociales como twitter ¿Cree que ha influido en cómo los jóvenes ven la poesía y en la forma de hacerla?

Las redes sociales han permitido que la poesía llegue más allá de la inmensa minoría a quien estaba destinada y eso es positivo. Pero twitter no debería estar reñido con el libro en papel ni con espacios que no sean bares. Es un medio, no un fin. Es importante que el poema no se vea limitado por un número determinado de caracteres. El poeta joven está obligado a pensar y reflexionar en otras llanuras y extensiones de manera menos contenida. Y también deberá acercar la poesía a la calle, a la escuela y al entorno próximo para que sea verdaderamente democrática y popular. La poesía es un gran herramienta para trabajar las emociones y la socialización. Necesitamos gente sensible y culta que valore la cultura. Nuestro futuro como país depende de ello.


E: ¿Cómo se inspira para escribir?

No creo mucho en la idea de “inspiración” como algo que llega sin más, como si fuera el wifi o la cobertura. Tampoco creo en las musas clásicas aunque las conozca sus nombres. No se entiende la inspiración sin el trabajo y el esfuerzo. Ambos conceptos van de la mano.

Muchos de mis poemas nacen de experiencias personales de vida, y más aún si estas tienen que ver con las heridas de las que hablaba el poeta Miguel Hernández: el amor, la muerte y la vida. Mis mejores herramientas son la mirada (en realidad todos los sentidos) y el humor. Mirar el mundo con los ojos, el tacto, la nariz, la boca y los oídos es un modo de estar en la vida de manera activa, de atrapar su esencia –como hacen muchos poetas japoneses–. La poesía no llega sin más, hay que salir a su encuentro. Y cuando te toca de cerca y de señala se convierte en un hábito difícil de quitar, como el tabaco.


E: Ahora imparte clases y talleres de escritura creativa ¿en qué consisten?

Son una manera de acercar las palabras a todo tipo de público. Los poetas no somos unos seres especiales más dotados que otros para trabajarlas. Todos las tenemos a nuestro alcance pero quizá necesitemos estímulos y herramientas para encontrarlas y trabajar con ellas.

Mi propósito con los talleres de escritura es hacer ver a todo el que se interesa por la escritura que cualquiera podríamos dedicarnos a este oficio de labrantes de las palabras si nos ponemos a ello o por lo menos a hacer un buen uso de ellas.

Muchos de esos talleres giran en torno a la cercanía que hay entre el hecho de viajar y de escribir (como el taller “Ligero de equipaje”) o la proximidad que hay entre la agricultura y la escritura (a Cortázar le gustaban muchas palabras acabadas en –ura como “verdura” y “literatura”). Las palabras son semillas que plantamos en nuestro interior, y fuera de él, para crecer y crecernos. Dependiendo de cuáles sean nuestras palabras así serán nuestra raíz, nuestro tronco, nuestras ramas y nuestros frutos (como trato de sugerir en el taller cuyo nombre es “Por las ramas”. Escribir –decía José Luis Sampedro– es un trabajo de minero de uno mismo. Mi labor es motivar para perderle el miedo a ese trabajo y para utilizar las herramientas que nos ayuden en ese proceso vital.


E: También realizas poesía visual ¿cómo lo hace?

Me gusta jugar con los objetos y en ocasiones he hecho alguna exposición de poesía visual con propuestas humildes: ¿qué ocurre si a un botiquín con forma de ambulancia le ponemos un exprimidor de naranjas encima? ¿Y si atrapamos el cable de un ratón de ordenador en una ratonera? ¿Y si llenamos un brasero antiguo de caramelos rojos y naranjas envueltos en papel transparente? Me gusta sugerir con los objetos, crear poesía.

Reconozco que soy muy ramoniano y al igual que a Gómez de la Serna me gusta rodearme de toda suerte de cosas. Quizá padezca un síndrome poético de Diógenes.

Mi interés por lo visual se lo debo a Joan Brossa, Antonio Gómez y Chema Madoz pero en especial a Antonio Pérez. El Museo del Objeto Encontrado de Cuenca es para mí uno de los grandes espacios artísticos con que cuenta este país. Siempre que he viajado a Cuenca he ido a visitarlo y siempre salgo de allí con muchos pájaros en la cabeza.


E: ¿Dirías que puede entonces encontrarse la poesía en cualquier cosa?

Así es. Llevo años reuniendo definiciones sobre poesía de diferentes autores. Hay tantas como formas de entender la vida y las palabras. Pero recuerdo la impresión que me causó leer a Juan Larrea y descubrir en uno de sus textos que “poema es esto y esto y esto”. En esa sencilla verdad está mi argumento para la poesía. Todo puede trasladarse al terreno del poema. Como también puede trasladarse el poema a la naturaleza de las cosas. En ocasiones pensamos que la poesía es algo a lo que únicamente acceden algunos y sin embargo está presente en nuestras vidas de manera callada. La poesía no es patrimonio exclusivo del poema. Póetica es también una mirada, o una música, o una ilustración. La poesía nos enseña a vivir con más plenitud y más esperanza. Por eso hay que buscarla, difundirla, propiciarla en todos los ámbitos.


E: Queremos animar a la gente a que escriba y se anime a subir relatos y poemas ¿Qué consejo le daría a los jóvenes escritores que deseen dedicarse a la poesía?

Que sea impecable con el lenguaje, que no se conforme con cualquier cosa, que busque dentro de sí para compartir con el otro lo mejor. José Luis Sampedro señala que “Uno escribe a base de ser un minero de sí mismo”. Creo que ese puede ser un buen consejo, explorar nuestro interior y buscar las palabras oportunas para compartirlo.

Y que no se dejen llevar por la prisa y la precipitación por publicar. El libro no es ningún fin en sí mismo, es un medio para darse a conocer y para mostrar nuestra mejor cara y nuestras mejores palabras hay que ser autocríticos y tener un punto de pudor. De lo contario nos arrepentiremos.

Imagen cedida por Raúl Vacas

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